sí sí, hablo de esos chuletones que en cuanto uno los ve se le hace la boca agua.
El último que comí, corrió por parte de la rana gustavo como prefacio de una etílica noche donde al final el etilismo no lo fue tanto por la carga proteica con la que contaba nuestro estómago. me voy corriendo al familia a comprar un par de ellos, siguiendo la dieta de engorde tendente desde hace unos meses y en las que los cuadraditos de un pasado ya sólo quedan en la memoria y en algunas fotografías.
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