EL OTRO YO DEFINIENDO EL OLOR DEL JAZZ


Fue hace unos ...cinco, seis años quiza siete, pretendimos inconscientemente irnos a vivir algunos de los mienbros del cavernario clan juntos a un piso centrico aunque con mala iluminacion y una pesima higiene, a uno de los mienbros del grupo que habia pasado el crudo invierno en un piso mas centrico si cabe y con menos calefaccion si eso fuese mas inhumanamente posible le habia picado un bichito que habia decidido mudarse al interior de su piel sin permiso ni senvolso de alquiler, nos rodeaba muy poca luz natural, la unica decoracion consistiò fugazmente en un poster de siluetas jamiroquaiyecas una feisima y partidista bandera de "nunca mais" y una rama despojada de sus hojas situada al final del pasillo pegada a una sutil luz ,que pensamos resultaria decorativa y al final su sombra se convirtio en mas amenazadora que otra cosa, tambien habia el tipico manton moruno muy hippiesco y muy propio de la etnia porrera que tan poco he respetado siempre, pretendimos con estas pequeñas aportaciones decorativas darle un cierto aire acogedor cuando lo que en realidad necesitabamos para cumplir ese objetivo era agua caliente y una fregona que no criase telarañas por su anecdotica presencia en este tetrico lugar que nunca nadie considero como hogar, solo en una pequeña porcion, una esquina cuyo techo descendia con una pronunciada pendiente y solo alli se podia respirar cierta calidez humana, fuè alli en ese sitio en el que nunca fui capaz de amanecer donde mi pituitaria hizo que mi cerebro asociase el olor a lactovit, si si ese gel blanco, lechoso, de ph 5.5 que mucha gente usa para quitarse el pestazo a humo adquirido tras horas de conversaciones, al concepto de "lugar donde no estar" ,siempre que he percibido ese olor tan caracteristico me he sentido inquieto y poco sedentario, suelen ser lugares en los que te gusta permanecer un tiempo determinado no muy amplio, sitios que tienen un cierto atractivo prohibido a los que estas unido como sujeto por un medio elastico que te hace ir y volver y renegar y salir y volver a entrar de nuevo para marcharte sin planes de reiteracion y terminar abdicando y volviendo a cruzar su umbral, porciones de espacio en las que te sientes bien siempre y cuando no entre la luz del dia por algun resquicio de las gruesas sabanas que cubren sus ventanales, ves a gente que conoces y los sientes mas cercanos aunque sea fugazmente para luego volver a tu realidad sin creerte realmente muchas cosas de las que alli has vivido, son sitios que huelen a lactovit, sitios en los que puedes dejar una huella que cada cierto tiempo tendras que volver a desdifuminar y retocar in situ,porque al fin y al cabo todos dependemos del otro Yo para mantener al verdadero Yo consciente de su realidad inherente